Introducción
En la Declaración sobre las Generaciones Futuras se reconoce que “las decisiones, las acciones y la inacción de las generaciones presentes tienen un efecto multiplicador intergeneracional” y, en este contexto, se hace un llamado a “velar por que las generaciones presentes actúen con responsabilidad para salvaguardar las necesidades y los intereses de las generaciones futuras”. A pesar de que las proyecciones demográficas demuestran que las generaciones futuras serán, en promedio, mayores en edad como resultado del envejecimiento de la población, en los documentos finales de la Cumbre no se describe el impacto de estos cambios demográficos ni se tienen en cuenta las necesidades futuras de las personas mayores ni el papel que desempeñan.
A modo de ejemplo, en cuanto a la atención a grupos etarios, el Pacto para el Futuro contiene más de 60 menciones a la juventud y a los jóvenes. Uno de sus bloques se dedica a la juventud y las generaciones futuras y 4 de sus 56 acciones están dirigidas específicamente a la juventud. En contraste, en el Pacto no se menciona el envejecimiento de la población y se hace referencia a las personas mayores una sola vez en el contexto de la necesidad de reformar las alianzas intergeneracionales y la solidaridad entre generaciones. Igualmente, en el Pacto Digital Global solo se nombra a las personas mayores una vez, pese a que la edad es un factor fundamental de la brecha digital. Por último, en la Declaración sobre las Generaciones Futuras únicamente se hace referencia a las personas mayores en relación con otras generaciones en el contexto del diálogo y de los contactos intergeneracionales.
La aplicación de un enfoque intergeneracional es fundamental para construir un futuro inclusivo y debe estar guiada por las realidades demográficas y el impacto del envejecimiento de la población a nivel mundial. En la declaración política adoptada en la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento, celebrada en 2002 en Madrid, ya se reconoce la necesidad de fortalecer y promover la solidaridad entre las generaciones y las asociaciones intergeneracionales, teniendo en cuenta las necesidades particulares de las personas mayores y los jóvenes. Asimismo, en el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento de 2002, la solidaridad intergeneracional se considera una de las cuestiones clave dentro de su orientación prioritaria “las personas de edad y el desarrollo” (Naciones Unidas, 2002).
Aplicación del enfoque intergeneracional en las políticas públicas
La solidaridad intergeneracional tiene un impacto en múltiples áreas de la política pública y gubernamental. En esta nota informativa, la solidaridad intergeneracional se analiza desde la perspectiva de las personas mayores en los ámbitos relacionados con las políticas laborales y de protección social, los sistemas de cuidado y el aprendizaje permanente. La nota está basada en el último informe del Secretario General de las Naciones Unidas presentado a la Asamblea General titulado Seguimiento del Año Internacional de las Personas de Edad: Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento, en el que se aplica el concepto de solidaridad intergeneracional en el marco del Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento (2002) (Naciones Unidas, 2024b). Se basa asimismo en documentos de antecedentes y presentaciones elaborados para la reunión del grupo de expertos sobre las personas de edad y la solidaridad intergeneracional, organizada conjuntamente por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales y la Comisión Económica y Social para Asia y el Pacífico, que se celebró los días 10 y 11 de octubre de 2023 en Bangkok.
En términos económicos, la solidaridad intergeneracional se relaciona con las transferencias y las reasignaciones financieras entre generaciones. En el ámbito público, se entiende que los adultos en edad de trabajar garantizan con su trabajo la seguridad económica y el bienestar de las personas consideradas dependientes, ya que financian los servicios públicos esenciales, como la educación y las pensiones. En este sentido, las personas mayores y los niños se consideran dependientes porque se entiende que estos grupos de edad no satisfacen sus necesidades materiales mediante la producción de bienes y servicios. En el ámbito privado, el modelo intergeneracional de transferencias vigente se basa en la expectativa de que la familia actúe como un sistema informal de apoyo.
En este contexto, el discurso imperante presenta el envejecimiento y el aumento de la longevidad de la población como obstáculos a las economías nacionales debido a que generan una mayor presión fiscal. Este discurso se centra en la premisa de que, a medida que la población envejezca, la disminución de la proporción de adultos en edad de trabajar y la existencia de familias más pequeñas harán que los sistemas de apoyo vigentes destinados a este segmento de la población se vuelvan insostenibles. Sin embargo, si bien los cambios demográficos que están reconfigurando el panorama mundial exigen un nuevo planteamiento de la solidaridad económica intergeneracional, el hecho de que el envejecimiento de la población se convierta en una oportunidad o en un reto para las personas, las familias y las sociedades dependerá de las políticas que se adopten en el presente.
Es importante señalar que, desde el punto de vista de las economías generacionales, las personas mayores contribuyen a la economía mediante el trabajo formal e informal, participan en el consumo, comparten su riqueza y sus activos financieros a través de transferencias intergeneracionales, ahorran y brindan su aporte a los presupuestos públicos mediante el pago de impuestos. El envejecimiento de la población también puede impulsar la diversificación y la creación de nuevos mercados (CEPAL, 2022). Además de su aportación económica, es fundamental reconocer el papel crucial que desempeñan las personas mayores en el cuidado de las generaciones más jóvenes, incluido el cuidado no remunerado de otros familiares, con el fin de fomentar la solidaridad intergeneracional (PNUD, 2017).
Entre las medidas de política que pueden reforzar la solidaridad económica intergeneracional en países envejecidos figuran aquellas encaminadas a aumentar la participación en el mercado laboral, en particular de las mujeres, la juventud, las personas mayores, las personas con discapacidad y otros grupos que suelen estar excluidos del mercado de trabajo formal. También se incluyen las medidas que buscan hacer frente a la economía informal, promover el trabajo decente y aumentar la productividad. Además, las políticas públicas deben promover el aprendizaje permanente (Naciones Unidas, 2023).
La inversión en el aprendizaje permanente tiene un impacto positivo no solo en la productividad del mercado laboral y el desarrollo profesional de las personas mayores, sino también en las esferas relacionadas con la sanidad, el bienestar, la cohesión social y la solidaridad intergeneracional. Al contrario de lo que se cree, la capacidad de aprender no disminuye de manera significativa con la edad. De hecho, la experiencia influye positivamente en la flexibilidad y la adaptación al aprendizaje (Goodwill y Shen, 2023). Sin embargo, las personas de 60 años o más enfrentan barreras como el edadismo, los costos y las limitaciones de tiempo. La elaboración de políticas inclusivas y estrategias mundiales es clave para cerrar las brechas de participación, en especial entre mujeres y personas mayores, quienes actualmente enfrentan grandes disparidades.
Las políticas en materia laboral y de aprendizaje deben ir acompañadas de sistemas de protección social sólidos, completos y adecuados. Las pensiones son fundamentales para garantizar que las generaciones actuales y futuras envejezcan con dignidad y seguridad económica. Los sistemas de protección social deben tener en cuenta las disparidades de género en las pensiones, ya que las mujeres ganan menos que los hombres, tienen trayectorias profesionales más cortas y menos lineales, suelen trabajar a tiempo parcial con mayor frecuencia que los hombres y asumen una mayor proporción de las responsabilidades de cuidados no remunerados. En consecuencia, las mujeres tienen más probabilidades de sufrir pobreza en la vejez. La persistencia de estas brechas de género deja patente la necesidad de aplicar una perspectiva de género en las reformas de las pensiones (Naciones Unidas, 2023). Además, la adopción de un enfoque intergeneracional pone de relieve la importancia de eliminar la discriminación de género a lo largo de la vida para superar estas desigualdades en la vejez.
En muchos países, el apoyo intergeneracional a los niños, las personas mayores y los familiares dependientes se ha brindado dentro de la familia y ha recaído de forma desproporcionada sobre las mujeres, incluidas las mujeres mayores. Este tipo de apoyo suele estar presente en hogares intergeneracionales. De los datos actuales se desprende que a nivel mundial existe una tendencia a la reducción del número de hogares intergeneracionales y a un aumento del número de personas mayores que viven solas o únicamente con su cónyuge (Naciones Unidas, 2020). Habida cuenta de que las modalidades de convivencia influyen en la situación económica, el bienestar y la salud de las personas mayores y sus familias, es clave que el enfoque intergeneracional se adopte también en la formulación de políticas pertinentes en materia de vivienda.
Los cambios en las modalidades de convivencia, el tamaño y la dinámica de las familias, el envejecimiento de la población y la migración, así como otras tendencias sociales y económicas, están socavando los sistemas de apoyo tradicionales y aumentando la brecha entre la oferta y la demanda en relación con los cuidados y el apoyo a las personas mayores (Naciones Unidas, 2022). La disminución de los cuidados y del apoyo intergeneracional dentro de las familias en un contexto de envejecimiento poblacional requiere la adaptación de los sistemas de cuidados que estén guiados por la solidaridad intergeneracional. Además, en un enfoque de curso de vida se examinan los determinantes sociales acumulativos que repercuten en las necesidades de cuidado a lo largo de la vida, lo que contribuye a disminuir vulnerabilidades futuras.
Las políticas de cuidado integrales deben atender las necesidades y preferencias de las personas mayores y fomentar el bienestar de los cuidadores, que también pueden ser personas mayores, lo que promueve la solidaridad intergeneracional. Es importante destacar que las trasformaciones de los sistemas de apoyo familiar no implican necesariamente una disminución del apoyo mutuo entre generaciones. Las políticas han de adaptarse a estas nuevas realidades demográficas, sociales y económicas. Asimismo, es fundamental redefinir el papel de las familias, las comunidades y la protección social en relación con la inclusión social y la adaptación de las redes de apoyo a fin de garantizar el bienestar de las personas mayores y sus familias en un mundo en transformación.
Para aplicar un enfoque intergeneracional en el diseño y la implementación de estas y otras políticas públicas es necesario actualizar los indicadores económicos y las hipótesis, a menudo obsoletas, que los sustentan. Por ejemplo, en el ámbito económico, las mediciones tradicionales de la participación en la fuerza de trabajo no reflejan adecuadamente la actividad económica de las personas de todas las edades, en particular de las mujeres, ni tienen en cuenta el trabajo informal. Sin embargo, se calcula que, a escala mundial, 3 de cada 4 personas mayores trabajan en el sector informal y, por consiguiente, la contribución económica derivada de su trabajo no queda registrada. Del mismo modo, el trabajo de cuidados no remunerado, llevado a cabo sobre todo por mujeres y, en muchos casos, mujeres mayores, no se considera para calcular el producto interno bruto y, por lo tanto, se pasa por alto al medir la productividad económica. Existen indicadores, como la tasa de dependencia, que se utilizan con frecuencia para analizar la relación económica entre las generaciones. En estos se asume de forma inexacta, por un lado, que existe homogeneidad en la actividad económica, la capacidad funcional y la dependencia de todas las personas de 65 años o más y, por otro, que todos los adultos en edad de trabajar participan de manera activa en el mercado de trabajo .
El empleo de la edad cronológica como único factor en los análisis de impacto del envejecimiento no tiene en cuenta el aumento de la longevidad ni la gran diversidad que existe en el grupo de personas de 60 años o más, por lo que es probable que los resultados estén sesgados. Cuando se utiliza como indicador, la tasa de dependencia prospectiva de las personas mayores sugiere que los efectos económicos adversos del envejecimiento de la población pueden ser menos graves de lo que indica la tasa de dependencia tradicional de las personas mayores, sobre todo en poblaciones con una esperanza de vida elevada. Sin embargo, la falta de datos de alta calidad desglosados por edad, sexo, discapacidad y situación socioeconómica para el grupo de personas mayores impide que los encargados de formular políticas puedan comprender y afrontar adecuadamente los problemas asociados al envejecimiento de la población.
Consideraciones finales
El panorama demográfico del mundo ha cambiado de forma notable desde la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento. Según las últimas previsiones (Naciones Unidas 2024c), la población mundial de 60 años o más aumentará de 1.200 millones en 2024 a 2.100 millones entre 2024 y 2050. Este incremento va acompañado de un aumento progresivo de la esperanza de vida al nacer en casi todos los países, y se prevé que esta tendencia continúe. Se espera en todos los países menos desarrollados un aumento tanto del número como de la proporción de personas mayores entre 2023 y 2050, pese a que muchos de ellos se encuentran todavía en las primeras fases de la transición demográfica. Por consiguiente, antes de convertirse en países de ingreso alto, varias economías emergentes están experimentando cambios demográficos a un ritmo acelerado.
Las futuras cohortes de personas mayores enfrentarán niveles de desigualdad económica más elevados que las actuales. Por lo tanto, es fundamental que las desigualdades acumuladas a lo largo de la vida se tengan en cuenta al formular políticas en materia de envejecimiento poblacional mediante la aplicación de un enfoque basado en el curso de vida. Para crear sociedades inclusivas es preciso adoptar un enfoque político holístico y multisectorial que esté alineado con la Agenda 2030 y el Plan de Acción de Madrid.
Si bien existe mucha incertidumbre con respecto al futuro, es un hecho que las poblaciones están envejeciendo y viviendo más años. Independientemente de si los países ya han avanzado por ese camino o apenas han dado los primeros pasos, las proyecciones muestran que esta tendencia mundial caracterizará la composición demográfica de las sociedades futuras. Los efectos negativos del envejecimiento poblacional a los que se suele hacer referencia en los debates sobre política pública no son inevitables. En un futuro en el que, por primera vez, coexistirán hasta seis generaciones, es necesario adoptar políticas adecuadas que incorporen un enfoque intergeneracional para aprovechar todo el potencial y las oportunidades que la longevidad y el envejecimiento de la población ofrecen a las personas, las familias y las sociedades.
Bibliografía
CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) (2022), Envejecimiento en América Latina y el Caribe: inclusión y derechos de las personas mayores (LC/CRE.5/3), Santiago.
Goodwill, A. M. y A. Chen (2021), Embracing a culture of lifelong learning: The science of lifelong learning, Documento de programa o de reunión (UIL/2021/PI/H/3), Instituto de la UNESCO para el Aprendizaje a lo Largo de Toda la Vida.
Naciones Unidas (2024a), El Pacto para el Futuro (A/RES/79/1), 22 de septiembre.
_____ (2024b), Seguimiento del Año Internacional de las Personas de Edad: Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento (A/79/157).
_____ (2024c), World Population Prospects 2024 [en línea] https://population.un.org/wpp/.
_____ (2023), World Social Report 2023: Leaving No One Behind in an Ageing World (ST/ESA/379).
_____ (2022), “Caregiving in an ageing world”, Policy Brief, N° 143, noviembre.
_____ (2020), World Population Ageing 2020 Highlights: Living Arrangements of Older Persons (ST/ESA/SER.A/451) [en línea] https://www.un.org/development/desa/pd/sites/www.un.org.development.desa....
_____ (2002), Informe de la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento. Madrid, 8 a 12 de abril de 2002 (A/CONF.197/9), Nueva York.
PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) (2017), Ageing, Older Persons and the 2030 Agenda for Sustainable Development, Nueva York.